Desasosiego, soberbia, desesperanza

Pa atrás, pa atrás, que desgracia, señor es que no me estás mirando a mi; mira que mi casa ya no es un hogar, hoy más parece el hospital de la misericordia, con estigma asignado y es que forzosamente tengo que soportar los quejidos y la enfermedad hasta que tu voluntad lo permita, de esa condenada de Isabel Montijo, mi suegra, quien sólo tuvo el descaro de pescar la viruela, sino que la trajo a mi casa y olímpicamente contagió con la peste maligna a mis hijos ¡Dios¡ a sus propios nietos, habrase visto peor desgracia. Por tanto dame paciencia para soportar este trago amargo que me cae como un latigazo que corroe mis entrañas, todo con tal que te apiades de mis hijos, criaturas inocentes que no tienen porque pagar los pecados de un mundo que cayó en la degradación total.  Sé que me estás poniendo a prueba, por lo que también dame el valor para no perder la esperanza de  ver a mis retoños creciendo en salud y bienestar. No he sido mujer de mundo, ni he profanado tu santo nombre en vano, menos hablar mal del prójimo, ni he hurtado. Entonces si eso me pasa a mí que me acojo a tus palabras ¿Por qué nada le pasa a Lía Valdés que vive en lo más alto de Piedra blanca. Mujer rozagante en el poder y la riqueza, a más que carga con los pecados capitales y muy horonda desafía el nombre de Dios, y sus hijos son pura prepotencia y descaro contra los humildes a quienes a cada rato hunden en el fango y ellos siguen muy horondos y fuertes.  Señor no castigues mi soberbia, mírame que soy un ser desesperado hundida en el desasosiego y el terror. Aunque a veces creo que rezar tanto conlleva no a una prueba sino a un castigo por tanta sumisión y mentes confundidas por la humildad y es que esa parábola tuya de que los pobres heredarán la tierra la veo tan distante como cuando miro a las estrellas. Por lo que he llegado a la conclusión de que el mundo es y será por siempre del vivo y del oportunista. ¿Pero cómo lo hacen?